Mujeres orientadoras de los Derechos Humanos
El Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de las Mujeres – CEPAM, fue fundado en 1983 gracias a la iniciativa de mujeres feministas de Quito y Guayaquil comprometidas con el cambio social.
Quienes fundaron el CEPAM, evidenciaron la invisibilización de las mujeres de los sectores urbano-populares en la conquista de garantías y derechos en los ámbitos a los que pertenecían. En especial, respondieron a la imposibilidad de acceder a espacios para cuidar su salud integral y protección espacios de toma de decisiones y de niveles de liderazgo. Por lo que, consideraron necesario potenciar la representación y el reconocimiento de mujeres en sus propias comunidades y en el movimiento de mujeres.
En esa línea de acción, en 1986, el CEPAM Guayaquil, trabajó brindando atención en salud a mujeres de sectores populares de la ciudad. En 1988, amplió su equipo y la perspectiva de trabajo con apoyo y acompañamiento organizativo a mujeres del Suburbio, Mapasingue y Guasmo Norte. El trabajo doméstico, la maternidad, la sexualidad, la violencia y la triple jornada eran los temas que surgían en los procesos de capacitación en salud y derechos de las mujeres
Por eso nace la primera propuesta del CEPAM Guayaquil para formar lo que se conoció en ese momento como “Orientadoras Legales”, como proyecto piloto, con 25 mujeres de organizaciones populares en el Guasmo, amplía en Isla Trinitaria, Bastión Popular y Flor de Bastión, luego en los cantones Daule, Santa Lucia y Salitre de la provincia del Guayas. Los grupos de mujeres participaban activamente de las jornadas de sensibilización sobre enfermedades de la mujer (cáncer cervicouterino, aborto y violencia).
Los ejes conceptuales básicos fueron, la subordinación de las mujeres como un factor determinante en su salud y la reivindicación de su derecho a ésta. Además, la violencia como tema, surgía en los procesos de reflexión, en los que las mujeres cuestionaban y reconocían la violencia no solo en las relaciones de pareja, sino también en los servicios de salud.
Además, el trabajo de las Orientadoras Legales tuvo más herramientas para la intervención, gracias a la investigación “Violencia contra las Mujeres, la ruta crítica en el Ecuador” que pudo estipular, entre otros aspectos, el rol determinante que tenían las lideresas comunitarias y su papel, como primer filtro, en la atención de los casos, a través de la escucha, la orientación, derivación y acompañamiento a las víctimas de violencia.
Así mismo, vislumbró que muchas mujeres víctimas de violencia en relaciones de pareja, no tenían como su objetivo principal denunciar a sus agresores, sino, buscar apoyo, ser escuchadas y comprendidas sin ser juzgadas ni culpabilizadas.
De igual forma, la investigación “Violencia contra las mujeres y las niñas: una propuesta para establecer intervenciones coordinadas comunitarias en tres países de la Subregión Andina” en el marco del proyecto regional con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aportó a enriquecer el diseño del programa de capacitación y formación de lo que después tomó el nombre de Orientadoras de los Derechos, precisamente para destacar el rol clave de orientar en la búsqueda de apoyo de las víctimas.
El programa de formación de las Orientadoras de los Derechos considera:
- En su primera fase, profundizar en las concepciones de la Violencia de Género contra las mujeres, incluida entender las causas de esta, como primera fase.
- En la segunda fase, se centra en conocer sus derechos, el marco normativo vigente y fortalecer sus competencias para identificar vulneraciones de derechos y saber cómo intervenir en casos de ser víctimas.
- Y en la última fase, la identificación de las responsabilidades en la atención, prevención y erradicación de la violencia, de cara a la incidencia y en ese sentido, el rol de la sociedad civil y un tejido comunitario fortalecido en la exigibilidad del cumplimiento de los derechos al Estado.
A 2024, son más de 300 las mujeres que se han formado como Orientadoras de los Derechos y que cumplen roles de liderazgo y participación en sus comunidades, en el movimiento de mujeres y en los movimientos sociales, cumpliendo así, la expectativa de acceder a más espacios de decisiones y participación ciudadana que las mujeres que fundaron el CEPAM soñaron, hoy son realidad, una labor por el derecho a una vida libre de violencia que tiene más de 40 años.